Si quieres hacer tu página web tienes varias opciones. Cada una con diferentes costes, ventajas y mayor o menor índice de quebraderos de cabeza para ti y tu negocio. Lo primero de todo tienes que tener muy claras dos cosas: el objetivo de tu nueva web y el presupuesto que quieres/puedes invertir.

En ocasiones es muy fácil que conozcamos a alguien del entorno que nos puede hacer la web, o incluso que te lances a hacerla por tu cuenta, con tus conocimientos de WordPress, o con otra plataforma como Wix o Squarespace. Sin embargo, hacer una web gastando lo menos posible y «saliendo del paso» no es suficiente.

Ya no estamos en la época del «si no estás en Internet no existes». Si tienes una mala web puedes llegar a ser igualmente intrascendente.

 

¿Quién puede hacer tu página web? ¿Por qué no pedírselo a tu primo?

Vaya por delante: no conozco a tu primo. No sé qué titulación tiene, ni si lleva cientos de trabajos de diseño web a las espaldas. Posiblemente no es tu primo sino una excompañera de trabajo, o un conocido que ha hecho un curso de HTML5. Así que, antes de nada, perdón por generalizar. Si tienes la suerte de que tu primo es un buen profesional y ha hecho un buen trabajo con tu web, la cual te está ayudando a conseguir tus objetivos, enhorabuena.

Lamentablemente, las cosas no son siempre fáciles. Hacer una web no es fácil. Perdón: hacer una web es MUY fácil. Que esa web cumpla con tus objetivos y te ayude en tu negocio es lo difícil.

Hoy en día, las herramientas que utilizamos para hacer marketing están tan bien hechas que casi cualquiera puede usarlas. No necesitas una formación técnica especial para hacer campañas de email en MailChimp, publicar fotos en Instagram o diseñar una web.

Y aquí está el peligro: que tengas la habilidad de manejar bien una herramienta no significa que sepas utilizarla para la obtención de resultados.

 

¿Cuál es el peligro de que te haga la web alguien que no sepa de marketing?

El problema no está en la destreza de quien hace la web. Seguramente si te ha ofrecido esa posibilidad es porque es buen diseñador y conoce bien lo que hace. Incluso puede que tenga buen gusto diseñando. Lo malo es que probablemente no tenga la experiencia suficiente para recoger un buen briefing y te acabará entregando una web resultona, que enseñes con mucho orgullo pero que no sirva realmente para ayudar a tu empresa.

Y eso no es culpa de tu primo: es culpa tuya.

El mayor peligro de hacer la web con un conocido es que no te entregue la web que tú necesitas, porque seguramente no le has explicado qué web necesitas. Lo más importante a la hora de hacer un proyecto web es saber para qué es esa web. Resumiendo: encargar el desarrollo de una web es mucho más de decirle “¿tú me puedes hacer la web?”

 

Cómo hacer un buen briefing para tu nueva web

El secreto está en contar con un buen documento de requisitos para la elaboración de la página web. Tú conoces tu empresa mejor que nadie. Sabes cómo contar lo que ofreces, sus características, ventajas… También conoces (o deberías) a tu cliente. Sabes qué es lo que esperará encontrar cuando entre en la web, y qué quieres conseguir tú de él con su visita.

Y ahí está la clave: tienes que ser capaz de explicarle a la persona que va a hacer la web cómo es tu producto, cómo es tu cliente, y qué debe pasar en la web cuando estas dos partes se conozcan. Debes explicarle cómo es tu proceso de venta y qué resultados esperas de la web.

Y, por otra parte, quien te vaya a hacer la web debe entender todo esto y convertirlo en una estructura de navegación y contenido que favorezca que el cliente encuentre lo que esté buscando y que acabe haciendo lo que tú esperas que haga.

Las preguntas más importantes que deberías hacerte al plantearte hacer una web son:

  1. Qué quiero conseguir con mi página web. No es lo mismo hacer una web para recoger peticiones de información que para que te compren un curso online que tener un catálogo de productos disponible para tus proveedores.
  2. Qué servicios, productos o ventajas quieres destacar. No vale responder “todos” porque la web quedará plana y no contará una historia. Siempre hay algo que queremos contar por encima de todo (lo que nos destaca de la competencia, aquellos servicios que son más rentables para nosotros…). Querer darle a todo la misma importancia es igual de efectivo que pedirle a un portero que meta goles (perdón por el símil futbolero).
  3. A qué público te diriges. Imprescindible, no sólo por el tono de la comunicación, sino porque complementa al siguiente punto. Una vez más, no vale decir “a todo el mundo”.
  4. De dónde van a proceder tus visitas. O dicho de otra manera, qué piensas hacer para que entre gente a la web. Esto nos dará pistas sobre qué tipo de estructura y navegación debemos darle a la web. Por ejemplo, si vas a hacer sobre todo SEM, necesitas una web estilo landing, que sea capaz de convencer rápido y con una llamada a la acción clara.

 

Resumiendo, no debes pensar en tu web como algo aislado, estático. Tienes que verlo dentro de una cadena: alguien va a conocer tu web por una acción que hayas hecho, la cual generará unas expectativas. La web en la que aterricen tiene que responder a esas expectativas para que la visita tenga sentido. Si la cadena clic > visita > captación tiene sentido y es coherente, tu web funcionará.

 

¿Por qué hacer tu web con una agencia es más caro que con tu primo?

Precisamente por lo que acabamos de comentar: una agencia no tiene un presupuesto más alto por su conocimiento técnico y su habilidad en el diseño (que también). Acudir a una agencia significa que te van a hacer las preguntas necesarias para que el producto final cumpla con lo que necesitas. Si no tienes todas las respuestas, ellos aportarán su conocimiento del mercado y su experiencia en entender a qué objetivos debe responder tu web y te entregarán algo que aporte valor a tu negocio.

El problema de hacer la web con un diseñador que no tiene experiencia de marketing es que si le falta información para hacer la web no se va a dar cuenta, no podrá rellenar los huecos de una información incompleta. Si tu web la hace alguien que no sabe de marketing, salvo que le des el briefing más completo del mundo y estés encima de todo el proceso, el producto final será bonito, pero sólo por fuera.